TEXTOS / ENSAYOS

Esta sección reúne escritos que acompañan la práctica artística de Felipe Schiffrin: reflexiones poéticas, ensayos breves y textos curatoriales que dialogan con su obra visual.  

Son fragmentos de un mismo proceso, pensar la pintura desde adentro, habitar su silencio, y dejar que las palabras aparezcan con la misma lentitud que la forma.

EL SENTIDO DEL VACÍO

Pero aún en la espesura de la noche, 

las formas insinúan un rostro, una puerta, 

un camino que espera ser visto. 

No todo lo que es negro es vacío. 

No todo lo que es blanco es luz.

¿Qué harás con este misterio?

RESQUICIOS

Entre la luz y la sombra,

aparecen pequeñas grietas:

ecos de un gesto realizado,

una huella que no se desvanece.

MATERIA Y SILENCIO

En la obra de Felipe Schiffrin, la materia no se impone: se retira.  

Lo visible emerge desde la contención, desde un gesto que reconoce en el silencio su forma más precisa.  

Sus pinturas no buscan representar, sino sostener un estado de atención.

Cada superficie parece contener un movimiento que ha sido interrumpido, como si el tiempo hubiese encontrado allí un punto de suspensión.  

El negro y el blanco, sus polos esenciales, funcionan como campos de resonancia.  

Entre ellos, la imagen se vuelve frontera, aliento, trazo que se disuelve. Hay una tensión entre aparición y desaparición, entre la densidad del pigmento y la transparencia del vacío.  

Su práctica es una meditación sobre la percepción: cómo ver sin nombrar, cómo escuchar la materia antes de que adquiera sentido.

En esa quietud, la obra se abre como un espacio interior, donde el silencio no es ausencia, sino presencia extendida.

SOBRE LA DISOLUCIÓN DE LA FORMA

Toda forma, al surgir, comienza también a deshacerse. Su existencia es un instante suspendido entre la aparición y la pérdida.  

En mi práctica, ese intervalo es el lugar donde habita la imagen: una respiración que no busca fijarse, sino recordar su propia impermanencia.

Trabajo con el negro y el blanco como extremos de una misma vibración, como bordes que revelan lo invisible.  

Allí la materia se vuelve pensamiento y el pensamiento, materia que se disuelve.  

La pintura no representa: respira. No describe un objeto, sino una sensación de tiempo, un vestigio de memoria que todavía arde en la superficie.  

Formar y deshacer son gestos simultáneos. Lo que queda es la huella de lo que ya no está, una pregunta suspendida en el espacio del silencio.